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AL NO MEJORAR LA TIRADA CON PRECIO, CANTIDAD Y CALIDAD DE INFORMACIÓN

¿Cuándo comenzó el sensacionalismo en las noticias?

Milhaud  |  20 de marzo de 2011 (14:47 h.)
Chico que se dedicaba a repartir prensa en los  años 1800
Hubo un tiempo en el que el único objetivo te los periódicos era informar. La actualidad de cada momento es la historia del mañana, y como tal, es suficientemente fascinante para ser contada sin necesidad de puntos de vista que magnifiquen hechos insignificantes, o que sesguen la realidad en busca de un impacto mayor entre los lectores.

Hubo un tiempo en el que el único objetivo te los periódicos era informar. La actualidad de cada momento es la historia del mañana, y como tal, es suficientemente fascinante para ser contada sin necesidad de puntos de vista que magnifiquen hechos insignificantes, o que sesguen la realidad en busca de un impacto mayor entre los lectores.

Pero todo empezó a cambiar a finales del siglo XIX. Entre los años 1895 y 1898 en Nueva York tuvo lugar una de las más memorables batallas periodísticas. John Pulitzer (sí, el mismo que el de los premios Pulitzer) estaba al frente del New York World, y William Randolph Hearst acababa de adquirir el New York Journal, con el objetivo único de conseguir ser el periódico más vendido.

Al comienzo fue una batalla de precios, en la que Hearst obligó a Pulitzer a bajar a la mitad el precio que tenía por aquel entonces el New York World. Cuando los precios estuvieron igualados, la guerra estuvo en la cantidad de contenido y noticias cubiertas por ambos periódicos, que aumentaron notablemente el número de páginas publicadas por edición.

Pero entonces la batalla se volvió a estancar, así que recurrieron al sensacionalismo. El sensacionalismo no es algo que se haya inventado con los periódicos o cualquier otro medio informativo actual. Si echamos la vista atrás, algunos expertos hablan de que las actas romanas estaban cargadas de mucho sensacionalismo, sobretodo por el exceso de entusiasmo al relatar la realidad del imperio.

Pero volviendo a la batalla en Hearst y Pulitzer. Al no encontrar ninguno modo alguno de mejorar la tirada con precio, cantidad y calidad de información, comenzaron a recurrir a titulares excesivamente llamativos, sobretodo para hablar de los crímenes de la ciudad. La espiral fue creciendo, y alcanzó su límite con la Guerra Hispano-Estadounidense.

Esta guerra está considerada como la primera en la que los medios de comunicación se convirtieron en una de las causas determinantes de la guerra. Tanto Hearst como Pulitzer cubrieron el conflicto de forma extensa en sus respectivos periódicos neoyorquinos, e incluso, una vez comenzado el conflicto, ambos mandaron corresponsales a Cuba. Ante la dificultad de estos para conseguir información de primera mano y fiable, estos emitieron a Nueva York información sin contrastar, que además fue reescrita pecando de sensacionalismo con el único objetivo de vender más ejemplares.

El sensacionalismo informativo en aquel conflicto podría haber supuesto un simple hecho para ser contado, pero supuso el origen de lo que hoy conocemos como prensa amarilla (este nombre nace gracias a The Yellow Kid). 

Hasta hace pocos años, cuando alguien hablaba de prensa sensacionalista o amarilla, normalmente lo identificaba directamente con The Sun o The Daily Mirror, dos de los periódicos que incluso presumían de su tipo de periodismo. Pero en los últimos años el sensacionalismo se ha ido extendiendo de forma alarmante a otros periódicos y medios generalistas.

Recuerdo que a comienzos de 2008 estaba planeando un viaje al Líbano junto a un amigo de allí. Pocos días antes de comprar los vuelos, empezaron a aparecer en los medios varias noticias de enfrentamientos armados en el Líbano, tanto en periódicos como en noticiarios. Mi amigo libanés, me juraba y perjuraba que no me creyera lo que comentaban los medios, ya que era algo que estaba focalizado en la zona sur del país (zona ocupada por Hezbolá y objetivo de múltiples ataques por parte del ejército israelí).

Cierto es que algunos medios lo dejaban claro, pero otros muchos hablaban sobre evacuación de extranjeros de todo el país, el peligro existente en Beirut, y las posibilidades de un nuevo conflicto como el que tuvo lugar en 2006. Al final cancelé el viaje para ese año, y fui al año siguiente (para mantener tranquila a la familia). Al llegar allí, y tener la oportunidad de hablar con el entorno de mi amigo, me di cuenta de lo equivocados que estamos con la imagen que nos dan los medios sobre los conflictos en el Líbano.

Muchos podrían decir que esto es un ejemplo aislado, pero con los años me he percatado de que no es así. 

Recuerdo especialmente el caso de la primera huelga en París el año pasado. Todos los telediarios abrieron con imágenes de coches ardiendo en las manifestaciones. Cuando mi hermana me llamó preguntando, la verdad es que me quedé totalmente sorprendido. Aquel día, de los 35 que éramos en mi equipo, aproximadamente, únicamente secundaron la huelga 4 personas. El tráfico fue un poco más denso que otros días, pero nada excepcional y si algún coche ardió, os aseguro que fue algo totalmente puntual y no en el centro de la ciudad.

Esto me lleva a hablar de cómo los medios se han estado comportando durante la última semana con el terremoto y el tsunami en Japón, y los consecuentes problemas de la central nuclear Fukushima I. Muchos medios (no diré todos, porque siempre hay algunos que se salvan) están sesgando la información y modificándola, olvidando que su única labor sería la de informar.

¿Es que acaso un terremoto, un tsunami y un accidente nuclear no es suficiente para cubrir los titulares sin necesidad de exageración? Como dije al principio de esta entrada, la actualidad de hoy escribe la historia del mañana, y como tal es lo suficientemente fascinante como para ser contada tal y como es, sin ningún tipo de aditivos innecesarios que puedan confundir nuestra visión de la realidad. Por supuesto, los artículos de opinión son necesarios, pero siempre han de estar identificados como tal.

Fuente: Recuerdos De Pandora

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